sábado, 12 de julio de 2008

Dos granitos de justicia y un bofetazo por la Masacre de Fátima

Los comisarios retirados Juan Carlos Lapuyole y Carlos Enrique Gallone (foto) fueron condenados a prisión perpetua por treinta asesinatos y secuestros que perpetraron en la madrugada del 20 de agosto de 1976 en un hecho que se conoció como la Masacre de Fátima; sin embargo, el tribunal consideró que la participación del comisario Miguel Ángel Timarchi en los crímenes estaba en duda y lo absolvió.
El Tribunal Oral Federal Número Cinco condenó a la pena de prisión perpetua a los comisarios retirados Juan Carlos Lapuyole y Carlos Enrique Gallone, pero absolvió de culpa y cargo, gracias a la duda sembrada por una oportuna licencia médica, al comisario Miguel Ángel Timarchi. El festejo desmesurado de sus abogados Carlos Broitman y Héctor Amarelle ante decenas de madres, hermanos e hijos de los masacrados hizo explotar la bronca contenida en la sala. “¡Asesinos!”, gritaron jóvenes y ancianos. Daniel Obligado, presidente del tribunal, pidió permiso a su colega Guillermo Gordo y con su visto bueno ordenó desalojar la sala. Expulsó a los colaboradores de Timarchi que habían contenido la emoción, pero no les llamó la atención a los efusivos letrados.
A pedido del tribunal, que también integra Ricardo Farías, las Madres de Plaza de Mayo guardaron sus pañuelos, los familiares guardaron las fotos de los masacrados y los reporteros gráficos no pudieron ingresar a la sala. A las 17.55, cuando el secretario ordenó ponerse de pie para recibir a Sus Señorías, varias butacas estaban vacías.
Tras rechazar los planteos de Adrián Tellas y Martín Cardoso, abogados de Gallone, el juez Obligado, con voz firme, anunció la condena a perpetua de Lapuyole, que ya se había ido a su casa, donde goza de arresto domiciliario. El ex director de Inteligencia de Superintendencia de Seguridad Federal fue sentenciado como autor mediato de las treinta privaciones ilegítimas de la libertad y los treinta homicidios agravados por la alevosía de ejecutarlos contra personas que tenían las manos atadas y los ojos vendados. Luego leyó la condena a perpetua para Gallone, jefe de una brigada, como coautor de los secuestros y partícipe necesario de los homicidios.
Cuando el juez leyó “absolviendo libremente y sin costas a Miguel Ángel Timarchi”, Amarelle gritó “¡Vamos todavía!”, saltó como quien festeja el gol de su vida y le dio un beso a Broitman. Timarchi permaneció inmutable. El juez intentó seguir pero, en medio de gritos y llantos desconsolados, los H.I.J.O.S. comenzaron a cantar: “Como a los nazis… les va a pasar… a donde vayan los iremos a buscar”. Obligado ordenó desalojar la bandeja superior y luego la inferior, repletas de Madres sin pañuelos.
Con la sala vacía y el canto “a los nazis” de fondo el juez terminó de leer la sentencia. Para absolver a Timarchi invocó el artículo 3 del Código Procesal Penal, que en caso de duda juega a favor del reo. “Estamos conformes con las condenas, pero vamos a apelar la absolución. Antes tenemos que conocer los fundamentos, ya que el tribunal dejó entrever dudas sobre su rol aquella madrugada. Para condenar la Justicia exige pruebas contundentes que después de treinta años no es fácil conseguir. Son las reglas de juego”, reflexionó en medio de abrazos y llantos la abogada Carolina Varsky, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
En la causa no pudo ser juzgado Luis Alberto El Japonés Martínez, quien permanece prófugo; pero tampoco al coronel Manuel Morelli –oriundo de Paraná–, ya que el entonces jefe de la Superintendencia de Seguridad Federal, falleció en 1979.
De las 30 personas fusiladas y dinamitadas al costado de la ruta, al día de hoy, sólo se ha recuperado la identidad de 16. El resto permanece como NN. En los años posteriores a la masacre sólo cinco habían sido identificados: Inés Nocetti, Ramón Lorenzo Vélez, Ángel Osvaldo Leiva, Alberto Evaristo Comas y Conrado Alzogaray. Posteriormente, se recuperó la identidad de 11 víctimas más: Susana Elena Pedrini de Bronzel, José Daniel Bronzel, Selma Julia Ocampo, Haydee Rosa Cirullo de Carnaghi, Norma Susana Frontini, Jorge Daniel Argente, Carmen María Carnaghi, Horacio Osear García Gastelú, Juan Carlos Vera, Carlos Raúl Pargas y Ricardo José Raúl Herrera Carrizo. Pargas era entrerriano y tenía entonces 31 años. Había terminado sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Gualeguaychú, se fue a La Plata y luego a Capital Federal, donde pasó a cumplir funciones en el Banco de la Nación Argentina, sucursal Pellegrini. Allí fue detenido el 12 de julio de 1976.

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