viernes, 30 de noviembre de 2007

Victoria Donda Pérez, nieta recuperada

Por José Bantar

Victoria Donda Pérez nació en agosto de 1977 en el centro clandestino de detención que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde su mamá, María Hilda Pérez, nacida en Mendoza, estaba secuestrada desde el 28 de marzo de 1977. Su papá, José María Laureano Donda, entrerriano de nacimiento, también había sido secuestrado, permaneciendo detenido en la Comisaría Tercera de Castelar, donde funcionó un campo de concentración bajo control de la Fuerza Aérea.
Entonces, Adolfo Miguel Donda Tigel era jefe de Operaciones de la ESMA. Nada hizo para evitar el secuestro de su hermano ni de su cuñada. Hoy está procesado por crímenes de lesa humanidad.
Cuatro meses después de su secuestro, María Hilda dio a luz a una niña. La llamó Victoria y, con la ilusión de que pueda ser identificada algún día, le pasó un hilo azul por una de sus orejas. La madre y su beba permanecieron juntas 15 días, hasta que la mujer fue trasladada a la Comisaría Tercera de Castelar. Victoria se quedó en la ESMA durante tres días más y después fue entregada al prefecto Juan Antonio Azic.
El matrimonio Donda-Pérez ya tenía otra hija de un año, llamada Eva, que al secuestro de sus padres quedó en la casa de la abuela materna. Luego de la desaparición de ambos, la abuela Leontina Puebla de Pérez comenzó una incansable búsqueda y así se convirtió en una de las 12 mujeres fundadoras de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, por octubre de 1977.
Leontina, nada supo de su hija ni de su nieta hasta el 25 de julio de 2003, cuando en la sede de Abuelas se recibió una denuncia que coincidía demasiado con los datos que hasta ese momento se tenían de Victoria.
Finalmente el caso se judicializó y fue la propia Victoria quien se comunicó meses después con la organización para dar inicio a la investigación porque dudaba de su identidad. Según la información anónima que había llegado a la sede de Abuelas, un miembro de las fuerzas de seguridad que actuaba en la ESMA, Azic, se había apropiado de una niña nacida allí entre julio y agosto de 1977, que habría llegado a su casa con las orejas ya perforadas y con cintitas a modo de pasadores. Antes de la denuncia, el caso ya estaba siendo investigado, por la Comisión Hermanos de la agrupación H.I.J.O.S. Regional Capital Federal, en coordinación con las Abuelas.
La joven había sido inscripta como hija del apropiador y de su esposa, con una fecha de nacimiento y lugar adulterados y una partida de nacimiento falsa firmada por el médico Horacio Pessino.
El 8 de octubre de 2004, Victoria recibió los resultados que confirmaban que su identidad: era hija de María Hilda Pérez y José María Laureano Donda.
En el marco de la presentación del ciclo Teatro x la Identidad -organizado por Abuelas con el fin de difundir su búsqueda de los cerca de 500 chicos apropiados durante la dictadura militar- en Paraná en mayo de 2007, Victoria estuvo en la sala del Centro Cultural La Hendija, junto con las abuelas Estela de Carlotto y Antonia Acuña.
En aquella ociasión, Victoria se mostró visiblemente emocionada ya que, según relató, familiares que la esperaban en la sala le habían entregado fotos de sus abuelos a quienes nunca había conocido. “En primer lugar quiero aclarar que estoy llorando porque soy medio maricona, pero mis tías recién me entregaron una foto de mi abuela Cuqui y de mi abuelo Telmo, que son los papás de mi papá y a quienes veo por primera vez, entonces estoy más maricona que lo habitual”, dijo Victoria iniciando la charla.
“Me llamo Victoria Donda Pérez y les puedo decir mi nombre porque gracias a la lucha de Abuelas, H.I.J.O.S. y todos los que pelean para darles dignidad a los 500 bebés que fueron apropiados, pude recuperar mi identidad. Y junto con mi nombre, pude recuperar la memoria de mi mamá y de mi papá y también de mis abuelos, y de la historia que viene con ellos”, expresó.
“Me parece que ha llegado el momento de que toda la sociedad se comprometa en la búsqueda de los 413 chicos que faltan”, dijo Victoria luego de destacar la labor de Abuelas, Madres y todos los organismos de derechos humanos que permitió recuperar ya 88 chicos apropiados por los genocidas durante la dictadura.
Victoria expuso también que “la única manera en que podamos recuperar a los 413 chicos que faltan es que esta sociedad en su conjunto, exija que el análisis de ADN sea obligatorio. Esto lo digo desde la experiencia. Debemos sacarnos algunos prejuicios que nos han ido metiendo en la cabeza. Los niños son sujetos de derechos, no somos objetos. El ADN debe ser obligatorio porque es un deber del Estado restituir la identidad a las personas, y luego, con ese derecho restituido, nosotros podremos decidir de qué lado estar, porque al recuperarnos a nosotros mismos, también recuperamos de la memoria el proyecto político que tenían nuestros padres, nuestros compañeros desaparecidos, que era el de una sociedad justa. El proyecto común que tenían, a pesar de las diferencias, era el de una sociedad donde los derechos humanos se respeten, y cuando hablo de derechos humanos estoy hablando de derechos sociales y políticos, y también del derecho a la identidad. Y cuando el derecho a la identidad de estos 413 chicos que faltan se respete, vamos a vivir en una sociedad justa. Recuperar a estos chicos es recuperar nuestra memoria como pueblo y esto es recuperar el proyecto político que tenían nuestros padres desaparecidos. Por eso se los llevaron, por eso los desaparecieron; para instalarnos en una sociedad donde a muchos se nos trata como objetos y no como sujetos. Y yo pienso que este es el tiempo”.
“Les agradezco a las Abuelas por haberme encontrado. Recién me dijeron que mi abuela Cuqui murió buscándome. Ahora ellas buscan los nietos de las que ya no están”, finalizó.

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