jueves, 22 de noviembre de 2007

Patti quedó detenido en una cárcel común por el secuestro de siete personas durante la dictadura

El represor Luis Abelardo Patti (foto) quedó detenido luego de ser indagado por el secuestro y la desaparición de siete personas ocurridos durante la última dictadura militar. Patti se presentó ante el juez federal de San Martín, Alberto Suares Araujo. Patti está acusado de haber participado del esquema de la represión ilegal de la guerrilla en la zona norte del Gran Buenos Aires y en jurisdicción del Instituto de Comandos Militares y se le imputan las privaciones ilegales y eventuales tormentos en perjuicio del ex diputado Diego Muñiz Barreto, Juan José Fernández, Carlos Souto, Guillermo D’Amico, Luis D’Amico, Osvaldo Arriosti y Gastón Goncalves. Además, debe responder por el secuestro del periodista y escritor entrerriano Tilo Wenner, desaparecido en Escobar el 26 de marzo de 1976; y también por los crímenes de los militantes montoneros Eduardo Pereira Rossi y Osvaldo Cambiasso, a quienes reconoció haber asesinado pero dijo que había sido en un enfrentamiento, en mayo de 1983.
Los siete secuestros por los cuales fue detenido ocurrieron entre 1976 y 1977 en jurisdicción del Instituto de Comandos Militares, y forman parte de una causa en la que ya están detenidos y procesados el ex último Presidente de facto Reynaldo Bignone y el ex general Santiago Omar Riveros, ex jefe de la Zona IV durante la represión ilegal de la guerrilla.
Muñiz Barreto y su secretario, Juan José Fernández, fueron detenidos ilegalmente por Luis Patti en Escobar, el 16 de febrero de 1977. Fueron trasladados a la Comisaría de esa localidad, luego a la Unidad Regional Tigre y finalmente al centro clandestino de detención de Campo de Mayo, uno de los mayores campos de concentración y exterminio de la última dictadura militar. El 5 de marzo fueron sacados de Campo de Mayo, trasladados en un Fiat 128, adormecidos con una sustancia y dos días después arrojados con el vehículo a un arroyo cercano a la localidad de Raíces Oeste, en el departamento Villaguay.
Muñiz Barreto falleció, pero Fernández logró salir con vida. Tenía 23 años y un cuerpo de rugbier, por lo que la sustancia no hizo efecto en él. Cuando escuchó que los autos arrancaban, se zambulló nuevamente en el agua para intentar auxiliar a Muniz Barreto. Pero su amigo ya estaba muerto.
Esperó antes de salir del agua por miedo a que volvieran. Después, mojado, herido, con un zapato menos, recorrió la ruta, escondiéndose entre los pajonales cuando veía venir un auto. Encontró gente solidaria que lo llevó hacia Paraná pero fue denunciado por su aspecto. Volvió a ser detenido por la policía e interrogado por un oficial de Inteligencia del Ejército. Tuvo la astucia de decir que había sufrido un accidente. Lo mismo que aseguraban los diarios. Finalmente un juez lo dejó en libertad.
El jueves por la mañana, Patti se presentó ante el juez con un escrito en el que negó haber participado en los procedimientos en los que fueron secuestradas las víctimas cuyos casos investiga el juez Suares Araujo. Tras ser notificado de su detención, Patti fue trasladado a la alcaidía en los tribunales porteños para los trámites previos a su encarcelamiento, entre ellos un examen psicofísico; y al caer la noche fue remitido a la cárcel de Marcos Paz, donde quedó alojado con los genocidas condenados Miguel Etchecolatz y Christian von Wernich.

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